miércoles, 30 de noviembre de 2011


Respira

Imagino que conocéis la historia. Yoko Ono se acercó a Lennon, al que aún no conocía, y le dio una tarjeta en la que se podía leer: Breathe, Respira. Después se dio la vuelta y se fue, dejando a Lennon con una tarjeta que era aire para sus pulmones asfixiados por la fama, por el humo del mundo y la ansiedad de unos tiempos demasiado revueltos, como éstos por cierto. Vale que muchos pensaréis que Yoko acabo ahogándole pero ésa es otra historia. La de hoy empieza rememorando aquel momento que nos recuerda que tenemos que respirar, una obviedad que se nos olvida los más de los días. Sí, desde hace ya demasiado tiempo, la realidad en la que vivimos es tan asfixiante que vamos necesitando que alguien se nos acerque y nos dé una tarjeta en la que diga simplemente: “Respira”.
Yo lo necesito. Necesito esa tarjeta que me diga que respire porque llevo muchos días aguantando la respiración para no oler el hedor que sale de tanta alcantarilla. Necesito respirar porque tengo los pulmones encharcados de tanto olor a dinero sucio, los oídos taponados de tanto oír la palabra “banco” y el tímpano dolorido de tanta palabra sin sentido, los ojos enrojecidos de tanta corbata ahorcando el cuello de los que nos llevan al patíbulo, la boca seca de leer “mercado” o “político” en cada página que abro, como si esas palabras lo hubieran conquistado todo.
Necesitaba respirar, necesitaba aire y entonces, quizá porque vio mi cara congestionada, quizá porque supo que me ahogaba, se me acercó el otro día un hombre y me ha dio una tarjeta. No decía “Respira” pero decía algo muy parecido. Decía: “Calma”.
Y no era sólo una tarjeta escrita. Era una tarjeta sonora en forma de disco, llena de música pero también vacía como si te invitara a rellenar los silencios con tu propio aire, música llena de silencios para que puedas respirar y oír tu respiración, oírte por dentro, que aunque obvio, es algo que olvidamos –yo por lo menos lo olvido- los más de los días, música de piano solo porque solo el piano tiene las suficientes teclas para tocarte en todos tus misterios, en tus rincones blancos y también en los negros.
Aquel hombre se fue dejándome ese regalo, esa calma llena de aire y de notas que flotan en él, y hoy yo quiero compartirlo con vosotros. Hoy quiero compartir con vosotros la calma que me transmitió aquel tipo que tenía aspecto de brujo, perilla de chivo, la piel negra y algunos collares como de santero. Creo que lo es porque me dijo que si quería verle, le invocara. Y es lo que hoy vamos a hacer. Vamos a hacer un conjuro para invocar a este hechicero de melodías, este santero de ritmos que es capaz de meter muchos mundos en un solo piano, mundos cercanos y lejanos, recientes y antiguos, blancos y negros como las teclas de su piano…
Para invocarle hay que oficiar la ceremonia en Cuba pues se trata de una ceremonia santera… Empecemos tocando las percusiones africanas y cubanas, las claves, las cajas de madera, los tambores el balafón que es quizá el primer piano del mundo, hecho de maderas, de árbol, de la raíz que nos sujeta al suelo… Y sobre este ritmo que mueve a las almas y despierta a los dioses, pronunciemos las palabras rituales
Palabras para invocar primero a los espíritus de Cuba en esta ceremonia…
Los ritmos de Cuba entre los que se cría nuestro santero, que ponen su alma a bailar y tanto le gusta el baile a su alma, que no puede dejar de bailar por todo el mundo y lo recorre al ritmo de este son en busca de otros sones… Invoquémoslos. Invoquemos a otros espíritus en esta ceremonia afro-cubana. Tenemos ya a Cuba, invoquemos a África…
Invoquemos a los espíritus de toda África, los del desierto, del Sáhara, música llena de arena y de viaje y sigamos el sonido del viento que nos lleva hasta el África negra en los bordes del desierto y más allá de ellos… Que se mezclen y se junten los sonidos del Magreb y de Costa de Marfil, de Marruecos y de Mali, músicos con los que ha tocado…  
Y ahora sigamos este sonido a través del océano hasta el nuevo continente, el continente americano, donde encontramos nuevas especias que añadir a nuestro conjuro: el ritmo ancestral de África rejuvenece y crea un nuevo sonido… Un sonido con sonoridad africana como la palabra que lo nombra: Jazz… Echamos en nuestra marmita unas gotas de jazz con aromas de gran manzana y olor a asfalto, a humo y a noche, a gran urbe cosmopolita, jazz en el que cabe el jazz de todo el mundo… ya tenemos africa, tenemos américa, tenemos cuba, pongamos algo de Europa, del viejo continente…
Unas notas de piano de Satie y de Chopin… Los espíritus del piano más delicado, más metafísico, más soñador… Creo que ya lo tenemos todo: los ritmos de Cuba, el alma de África, el sonido del jazz afroamericano y el eco de la vieja Europa… Todos los espíritus conjurados en una ceremonia de música mulata, mestiza, mezclada, negra de piel y clara en el alma… 88 espíritus blancos y negros como las 88 teclas de un piano… Eso son estos espíritus: teclas blancas y negras de un piano que juntas se ponen a bailar….
Y por obra del conjuro, como saliendo de las teclas danzonas, empezamos a ver el cuerpo del hechicero que las hace danzar, el santero que nos receta “Calma” en tiempos revueltos: Omar Sosa….
Omar Sosa hoy en la carnicería, una actuación de lujo con uno de los artistas más versátiles e improvisadores del jazz y  ritmos afrocaribeños . Te preguntamos: ¿CUÁL ES TU PIANISTA FAVORITO??


Por cierto, que llevamos ya  10 años sin el más espiritual de los Beatles, GEORGE HARRISON… Tú ¿DE QUÉ BEATLE ERES? ¿POR QUÉ? A la sombra de Lennon y McCarney, el “tercer beatle” compuso canciones preciosérrimas como "All things must pass..." ¿CUÁL ES TU CANCIÓN PREFERIDA DE GEORGE HARRISON?

y ya que hoy estamos tan espirituales  con la visita de OMAR SOSA , queremos  invocar a todos los espíritus y bailar con sus almas... En estos tiempos tan agitados seguro que tienes UNA CANCIÓN para CALMARTE, un tema que te sirve de oasis para cobijarte, un tema que te templa...se nos acaba de venir a la mente una Gymnopédie célebre de Satie.... Y para ti, ¿CUÁL ES ESA CANCIÓN QUE TE CALMA??



Interesante recuperado de:

blog.rtve.es
Imagino que conocéis la historia. Yoko Ono se acercó a Lennon, al que aún no conocía, y le dio una tarjeta en la que se podía leer: Breathe, Respira. Después se dio la vuelta y se fue, dejando a Lennon con una tarjeta que era aire para sus pulmones asfixiados...






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