El instrumento de cocina que mejor manejó siempre Álvaro Cunqueiro fue su vieja máquina de escribir, en un despacho lleno de manzanas llegadas de su Mondoñedo natal porque, como la madalena de Proust, el aroma de las manzanas relajaba al escritor y despertaba su enorme creatividad.
De aquella cocina salieron un bueno hato de libros y millares de artículos periodísticos trufados de aromas, sabores y texturas culinarias, ya que toda la prosa cunqueiriana está llena de referencias a la cocina y a la gastronomía, mayoritariamente gallega y real, pero también hay cocina del resto del mundo y cocina imaginada por el mindoniense, aunque en mucha menor medida de lo que piensa mucha gente, por lo general los que no leyeron a Cunqueiro o solo lo hicieron parcialmente.
Hoy, 24 de mayo de 2011, presentamos en Compostela, una pequeña antología literario-gastronómica del maestro de Mondoñedo: Na mesa con Cunqueiro, editado por el Consello da Cultura Gallega.
La cocina y la gastronomía son aquí una disculpa para intentar acercar a la literatura de Cunqueiro a quien nunca reparó en una obra riquísima, deliciosa, que nos puede hacer disfrutar tanto como el mejor de los platos que nos sirvan en el restaurante. El libro se distribuirá a través de un amplio grupo de restaurantes gallegos entre aquellos clientes que consuman alguno de los platos de inspiración cunqueiriana que allí les van a ofrecer. Se trata de platos de la cocina tradicional gallega (que pueden ser versionados por los cocineros) citados en la obra de Cunqueiro y otros directamente invenciones del autor que los cocineros deberán interpretar libremente.
Esta tarde, después de la presentación del libro, tendremos oportunidad de probar algunas de esas versiones de la mano de Iago Castrillón, que oficia en sus fogones compostelanos pero procede de una tierra que Cunqueiro conoció desde niño, Lourenzá, que comparte tradición gastronómica con la tierra natal del autor.
Manolo Gago fue el corazón de la iniciativa
Entrevista en Zig-Zag diario (Televisión de Galicia)
Albondigas de capón
Sari fue a atar la burra en una cuadra, que quedaría cerrada no fuese algún goloso a ordeñarla, y aguardaría a que parase de sudar para darle de beber y un saquito de cebada, y Abdalá salió a lavar los pies en un pilón en la huertecilla del serrallo, y entre tanto el señor Sinbad pidió cámara, y se la dieron en el corredor, con alfombra y palangana, y preguntando por una buena cena había oveja con fideo y albondiguitas de gallina con picante, y que cómo aquella era posada de mucho otomano y persianos, y hasta se veían bizantinos de la seda, que también había vino de Nisapur“.
El texto, sacado de la novela Si el viejo Sinbad volviese a las islas, de Álvaro Cunqueiro, le sirvió aIago Castrillón cómo inspiración de uno de los platos que ofrece en el marco de la campaña A cociña galega con Cunqueiro. Las albóndigas de capón que se reflejan en la foto no son más que un fenomenal guiso tradicional con una composición actual, de manera que algunos ingredientes (cebolla, ajos, pimientos, tomates) que en el guiso de la abuela se deshacen en la salsa, aquí aparecen en todo su esplendor, junto con las patatas, ligeramente asadas, y unas tiernísima albóndigas.
Un plato barroco, sin duda, pero muy sabroso. Y además un plato de cuchara, que no son muy habituales en los tiempos que corren.